La importancia de llamarse Ernesto. El retrato de Dorian Gray
- ISBN: 9786079250454
- Derechos: Editorial Parmenia
- Sello editorial: Reims ediciones
- Año de publicación: 2015
- Número de páginas: 272
- Tamaño: 21 X 13.5 cm.
- Tipo: Libro
- Idioma: castellano
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Óscar Fingal O’Flahertie Wills Wilde, conocido tradicional y sencillamente como Óscar Wilde (1854-1900), fue un escritor, poeta y dramaturgo irlandés de habla y escritura inglesas, reconocido por su sensibilidad poética y su rica narrativa, cuya trayectoria como estudiante, escritor y viajero incansable lo coronó como uno de mejores escritores de su época y gran exponente del esteticismo.
El contexto del escritor, la Inglaterra victoriana, se caracterizó por su doble moral; se buscaba dar la apariencia de una sociedad rígida y moralista pero había profundos vicios, como el ejercicio solapado de la prostitución y, sobre todo, grandes diferencias sociales. En La importancia de llamarse Ernesto, Wilde da cuenta de ello, cuando se sirve de burgueses frívolos para burlarse de las instituciones fundamentales de la época, como el matrimonio. Los personajes, divertidos y cínicos, durante la comedia violan todas las buenas maneras de la época. Los prometidos fingen llamarse Ernesto por convenir a los deseos de sus amadas, mienten hábilmente, se justifican y olvidan, mientras que ellas, deseosas de casarse, aceptan toda clase de excusas por creer que son “buenos partidos”. En la comedia constantemente se denuncia la realidad que se vive, la cotidianidad y superficialidad con que la gente se desenvuelve.
El retrato de Dorian Gray (1891), su única novela, es otro ejemplo del estilo provocador y estetista que utilizaba. Cuenta la historia de Gray, joven de alta aristocracia, heredero de una gran fortuna que se hace amigo de Lord Henry, quien lo conduce por el camino exagerado de la belleza y el placer como único fin de la vida. Con esta historia, intenta explicar que el fin de la vida humana es procurar el placer y la evasión del dolor, pero siempre de una manera racional, sin excesos, pues provoca un posterior sufrimiento.
Su literatura, picante e irónica, tenía como propósito mostrar su descontento y en gran parte de su obras lo manifiesta con extraordinaria fineza.
La sociedad contemporánea suele presumir de estar lejos de los esquemas morales de la época victoriana, pero gran parte de sus actitudes y de sus interralaciones personales demuestran lo contrario. En estas dos obras, eso puede corroborarse.
El contexto del escritor, la Inglaterra victoriana, se caracterizó por su doble moral; se buscaba dar la apariencia de una sociedad rígida y moralista pero había profundos vicios, como el ejercicio solapado de la prostitución y, sobre todo, grandes diferencias sociales. En La importancia de llamarse Ernesto, Wilde da cuenta de ello, cuando se sirve de burgueses frívolos para burlarse de las instituciones fundamentales de la época, como el matrimonio. Los personajes, divertidos y cínicos, durante la comedia violan todas las buenas maneras de la época. Los prometidos fingen llamarse Ernesto por convenir a los deseos de sus amadas, mienten hábilmente, se justifican y olvidan, mientras que ellas, deseosas de casarse, aceptan toda clase de excusas por creer que son “buenos partidos”. En la comedia constantemente se denuncia la realidad que se vive, la cotidianidad y superficialidad con que la gente se desenvuelve.
El retrato de Dorian Gray (1891), su única novela, es otro ejemplo del estilo provocador y estetista que utilizaba. Cuenta la historia de Gray, joven de alta aristocracia, heredero de una gran fortuna que se hace amigo de Lord Henry, quien lo conduce por el camino exagerado de la belleza y el placer como único fin de la vida. Con esta historia, intenta explicar que el fin de la vida humana es procurar el placer y la evasión del dolor, pero siempre de una manera racional, sin excesos, pues provoca un posterior sufrimiento.
Su literatura, picante e irónica, tenía como propósito mostrar su descontento y en gran parte de su obras lo manifiesta con extraordinaria fineza.
La sociedad contemporánea suele presumir de estar lejos de los esquemas morales de la época victoriana, pero gran parte de sus actitudes y de sus interralaciones personales demuestran lo contrario. En estas dos obras, eso puede corroborarse.
Oscar Fingal O’Flahertie Wills Wilde, conocido tradicional y sencillamente como Óscar Wilde (1854-1900), fue un escritor, poeta y dramaturgo irlandés de habla y escritura inglesas, reconocido por su sensibilidad poética y su rica narrativa, cuya trayectoria como estudiante, escritor y viajero incansable lo coronó como uno de los mejores escritores de su época y gran exponente del esteticismo que defendía la idea de que el arte debía tener como único fin la búsqueda de la belleza absoluta.
La infancia, adolescencia y parte de la adultez de Wilde fue tranquila, sin sobresaltos y llena de triunfos, sin embargo, a los 41 años, fue acusado de homosexualidad, lo que provocó una campaña de desprestigio en su contra. En aquella época, esa circunstancia, calificada de grave inmoralidad, se pagaba con cárcel, por lo que después del estreno de su comedia La importancia de llamarse Ernesto (1898), fue enviado a prisión por dos años, donde se le obligó a realizar trabajos forzados. De nada sirvieron las súplicas y protestas de escritores que reconocían el valor de Óscar Wilde para que fuese liberado. Esa experiencia generó un gran retroceso en su carrera como escritor, pues dejó de figurar en los medios literarios. Una vez cumplida su condena, emigró a París e intentó regresar a la escritura con otro nombre: Sebastian Melmoth, mas no obtuvo el resultado esperado.
Wilde pasó los últimos años de su vida sin solvencia económica, con problemas de salud y afición al alcohol. Su último recurso, después de haber tenido una formación protestante, fue acercarse al catolicismo.
Finalmente, murió de meningitis el 30 de noviembre de 1900. Seis años después, el compositor alemán Richard Strauss compuso música para su drama Salomé. Con el paso de los años su obra fue traducida a varias lenguas. En la actualidad, la alta calidad del autor ha vuelto a reconocerse, sin importar, cada vez menos, ciertos prejuicios sociales que a él tuvieron un alto costo; su obra se mantiene vigente.
La infancia, adolescencia y parte de la adultez de Wilde fue tranquila, sin sobresaltos y llena de triunfos, sin embargo, a los 41 años, fue acusado de homosexualidad, lo que provocó una campaña de desprestigio en su contra. En aquella época, esa circunstancia, calificada de grave inmoralidad, se pagaba con cárcel, por lo que después del estreno de su comedia La importancia de llamarse Ernesto (1898), fue enviado a prisión por dos años, donde se le obligó a realizar trabajos forzados. De nada sirvieron las súplicas y protestas de escritores que reconocían el valor de Óscar Wilde para que fuese liberado. Esa experiencia generó un gran retroceso en su carrera como escritor, pues dejó de figurar en los medios literarios. Una vez cumplida su condena, emigró a París e intentó regresar a la escritura con otro nombre: Sebastian Melmoth, mas no obtuvo el resultado esperado.
Wilde pasó los últimos años de su vida sin solvencia económica, con problemas de salud y afición al alcohol. Su último recurso, después de haber tenido una formación protestante, fue acercarse al catolicismo.
Finalmente, murió de meningitis el 30 de noviembre de 1900. Seis años después, el compositor alemán Richard Strauss compuso música para su drama Salomé. Con el paso de los años su obra fue traducida a varias lenguas. En la actualidad, la alta calidad del autor ha vuelto a reconocerse, sin importar, cada vez menos, ciertos prejuicios sociales que a él tuvieron un alto costo; su obra se mantiene vigente.
Prólogo 7
La importancia de llamarse Ernesto 9
El retrato de Dorian Gray 71
La importancia de llamarse Ernesto 9
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